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Marruecos, un país donde la historia, la cultura y la gastronomía se entrelazan en un vibrante tapiz de colores y sabores, es uno de los destinos más cautivadores y exóticos del mundo y lo tenemos a un paso. Puerta de África, desde las majestuosas montañas del Atlas hasta las extensas dunas del Sahara cada rincón de este reino te invita a sumergirte en el continente y en su rica y exótica herencia. Tanto, que no darás crédito a que apenas te separe de él una hora de vuelo.
Con una historia que se remonta a milenios, Marruecos ha sido un cruce de caminos para diversas civilizaciones, desde los fenicios y romanos hasta los árabes y bereberes, cada uno dejando su huella en la cultura local. Los pueblos y ciudades de Marruecos son un reflejo de esta diversidad y queremos que los descubras con nosotros. Ciudades como Marrakech, con su famoso epicentro en la plaza Jemaa el-Fnaa, son un hervidero de vida, donde los aromas de especias y el sonido de los músicos callejeros crean una atmósfera mágica.
En contraste, lugares como Chefchaouen, con sus casas pintadas de azul, ofrecen un respiro tranquilo y una belleza serena que atrae a quienes buscan escapar del bullicio. Cada destino cuenta un relato distinto, desde las antiguas medinas de Fez, reconocidas por su laberinto de callejuelas y su rica tradición artesanal, hasta las impresionantes ruinas romanas de Volubilis, que te transportarán a épocas pasadas.
¡Y qué decir de esa cocina que todo lo une! La gastronomía marroquí es otro de los grandes atractivos que te convencerán para organizar esta escapada. Platos emblemáticos como el cuscús, el tajín y los dulces de miel y almendra son solo una muestra de la riqueza culinaria que se puede disfrutar aquí. Seas 'foodie' o no, Marruecos es ese viaje que ofrece algo para todos: desde la aventura en el desierto hasta la exploración de sus vibrantes mercados. La calidez de su gente, la belleza de sus paisajes y la profundidad de su devenir hacen de él un destino muy especial, a veces relegado por otros más lejanos, que merece que descubras.
1
Casablanca
Una escapada a lo Humphrey Bogart e Ingrid Bergman es el plan romántico que no se te había ocurrido hasta ahora. En la cinematográfica Casablanca podrás, en efecto, hacerte mil fotos en la recreación del Rick's Café pero, turistada aparte, pasear la vieja Medina y la más nueva y afrancesada, el Quartier Habous; admirar una de las mayores mezquitas del mundo, la de Hassan II; fascinarte con las vistas del Atlántico y esa mezcla entre elegantes trajes occidentales y chilabas marroquíes en el bulevar de la Corniche componen una agenda (y una escapada) inolvidable. Lo será aún más si te alojas en el flamante Royal Mansour Casablanca. que supone la reapertura de un histórico icono art déco que fue primer hotel de lujo en la ciudad y que tiene un sonado hermano mayor, el Royal Mansour de Marrakech. Más urbano pero igualmente sofisticado y suntuoso en esencia, cenar en su refinado y panorámico La Grande Table Marocaine (en la imagen) es un capricho que debes darte.
2
Uarzazate
Entrada majestuosa al Sahara, Uarzazate puede resultarte familiar, pues ha aparecido en numerosas películas de Hollywood como Lawrence de Arabia (1962), La Momia (1999) y Gladiator (2000). No es difícil entender por qué. La ciudad y sus alrededores son increíblemente pintorescos, se extienden sobre una espectacular meseta natural y están bordeados por las montañas del Atlas y el propio desierto. En semejante entorno, la ciudad en sí se destaca por sus numerosos ejemplos de maravillosas kasbahs bereberes, incluida la más espectacular, la de Ait Benhaddou. Si la cinefilia es lo tuyo, en Atlas Studios Marruecos se transforma en un mini Egipto con los decorados y accesorios de muchas de las películas más famosas allí.
3
Arcila
Arcila es una de las ciudades más bonitas de la costa norte. Con raíces que se remontan a casi un milenio antes de Cristo, cuando se encontraba en la principal ruta comercial utilizada por los fenicios, fue un notorio centro de piratería que pasó también por un dominio portugués del que aún quedan testimonios. Por todo ello, Arcila ofrece al viajero una muestras fascinante de la herencia nacional desde su fortaleza lusa, inclinada sobre los acantilados salpicados de casitas blanquiazules típicas de la región costera. El palacio El Rasuini, el intrincado trazado de su centro, tras la Puerta del Mar, y las galerías de arte escondidas en él bien valen que le dediques, mínimo, una jornada. Quédate a dormir cerca, a 30 minutos, en el 'eco retreat' La Fiermontina, con románticas suites y villas en el corazón de la reserva natural de la duna de Khmis Sahel.
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4
Chefchaouen
Ubicada en las montañas del Rif, en el noroeste de Marruecos, la pequeña ciudad de Chefchaouen es famosa por sus casas pintadas en todos los tonos de azul que puedas imaginarte, sus calles estrechas y su atmósfera tranquila y deliciosa. La ciudad fue fundada en el siglo XV y se pintaba así, según las distintas creencias, para repeler los mosquitos, representar el color del agua o seguir las costumbres judías que la levantaron cuando se marcharon de España. Es un destino turístico muy popular, particularmente elogiado por su arquitectura, su paisaje y sus numerosas tiendas y boutiques de artesanía para encontrar regalos ideales. Encontrarás gente a raudales, sí, pero si es tan turística será por algo, ¿no crees? El lujoso riad Lina, con spa incluido, es de lo mejor para olvidarte de las masas.
5
Esauira
Situada en la costa atlántica y protegida por imponentes baluartes y murallas, Esauira te espera para reclamar su lugar como otra de las localidades costeras más bellas de Marruecos. Uno de los aspectos más destacados de esta acogedora localidad es sin duda su casco histórico, una medina en la que se mezclan elementos arquitectónicos árabes y europeos y que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad. Para una velada gastro, aprovecha para pasear por el puerto pesquero, sentarte en uno de los numerosos restaurantes y degustar los deliciosos pescados y mariscos que le brinda el océano. La Table by Madada es uno de los comedores más refinados.
6
Fez
Una de las grandes joyas de Marruecos, una urbe con una riqueza histórica y cultural que la hace única. Ciudad imperial fundada en el siglo VIII, es el hogar de una de las universidades más antiguas del mundo y considerada el centro del arte y la ciencia en el país. La institución es uno de los motivos, junto a la medina de Fes el Bali, de que la UNESCO la incluya en su listado de lugares Patrimonio de la Humanidad. Gran ejemplo de arquitectura islámica en sus antiguas madrasas y mezquitas monumentales, todas ellas bellísimamente decoradas, lo que más destaca en Fez es su tonalidad azul cobalto, símbolo de la alfarería local. El Riad Fes, miembro de Relais & Châteaux, será tu alojamiento y restaurante soñado para sentirte como en tu propio palacete.
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7
Marrakech
Si en Casablanca te hablábamos del reciente hotel Royal Mansour, su hermano mayor en Marrakech, un verdadero palacio compuesto de riads privados ideado por el mismísimo rey de Marruecos, es motivo suficiente para que te embarques rumbo a Marrakech aunque ya haya estado mil veces. Desde el lujoso hotel puedes ir caminando a la medina, arrancando tu recorrido en la vibrante plaza de Jemaa el Fna hasta encontrar el famoso barrio del cuero, perdiéndote entre tiendas de artesanía y especias en torno a la monumental madrasa Ben Youssef, la más importante de todo el país. Más allá de los puestos callejeros y del alboroto gastronómico, anota Le Jardin, el Café des Épices o Nomad, todos del restaurador Kamal Laftimi, para tus cenas y no te vengas sin probar La Grande Table Marocaine, el 'fine dining' local de Royal Mansour, ni su cuscús de los viernes.
8
Mequinez
La histórica ciudad imperial de Mequinez es otro de los muchos sitios inscritos en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO de Marruecos. En este caso, se debe a su combinación distintiva de estilos arquitectónicos en impresionantes monumentos, desde sus murallas fortificadas, con nueve puertas magníficamente conservadas, rebosantes de azulejos y patrones arabescos, hasta el majestuoso palacio Dar El Makhzen. Mezquitas, hammams y jardines decoran las calles, con estilos hispano-moriscos que compiten por llamar tu atención. Sí, no sabrás adónde mirar, pues la fusión visual entre Europa y el mundo islámico tiene aquí uno de sus mejores exponentes. No en vano, se la conoce como la Versalles marroquí...